A días de su conclusión, la Primera Copa Mundial de Baloncesto 3 x 3 Unificado de Olimpiadas Especiales sigue grabada en mi mente como uno de esos momentos que trascienden el deporte, que marcan un antes y un después. Fue una celebración cargada de emoción, de propósito y de humanidad. Hoy siento una profunda alegría y una inmensa satisfacción al ver culminado un proyecto construido con esfuerzo, entrega y la convicción absoluta de un equipo comprometido que ha creído siempre en el poder transformador del deporte como herramienta fundamental para lograr la inclusión.
Cada logro alcanzado fue el resultado de un trabajo colectivo realizado con excelencia y pasión. Detrás de cada juego, de cada sonrisa y de cada aplauso, hubo horas incansables de planificación, coordinación y servicio por cientos de puertorriqueños que tuvieron como meta ver a todos los atletas, y a Puerto Rico, brillar. Los resultados excedieron todas las expectativas.
Nuestras selecciones nacionales y sus entrenadores realizaron una labor extraordinaria y digna de admiración. En la cancha no solo demostraron destrezas deportivas, disciplina y competitividad, sino también valores profundos como el respeto, la solidaridad y el trabajo en equipo. Representaron a Puerto Rico con orgullo y nos recordaron que el verdadero triunfo no siempre se mide en victorias o medallas, sino en el impacto que dejamos en los demás.
Hubo una magia indescriptible al ver a todos los participantes —sin importar sus capacidades— compartir el mismo espacio, el mismo sueño y la misma alegría. Atletas y compañeros unificados celebrando cada jugada, apoyándose mutuamente y disfrutando del juego como iguales, nos regalaron una imagen poderosa de lo que el mundo puede ser cuando se eliminan barreras y se abrazan las diferencias. Esa experiencia nos mostró que la inclusión no es un ideal lejano, sino una realidad posible cuando existe voluntad.
Este es el espíritu al que debemos aspirar a vivir día a día, no solo durante la celebración de un evento deportivo nacional o internacional. Un espíritu donde el respeto, la empatía y la igualdad de oportunidades formen parte de nuestra cotidianidad; donde cada persona sea valorada por lo que es y por lo que puede aportar.
Esta Copa Mundial nos hace un llamado claro y urgente a abrir nuestras mentes y nuestros corazones hacia las personas con discapacidad intelectual. Nos invita a ser facilitadores de oportunidades, a derribar prejuicios y a crear espacios donde ellos y ellas puedan aspirar a una vida plena, feliz y saludable, con la posibilidad real de alcanzar sus sueños. En el campo de juego, ellos nos demostraron de manera contundente de qué son capaces cuando se les da la oportunidad y se confía en su potencial.
Ahora nos corresponde a nosotros asumir el reto. Nos toca demostrar de qué somos capaces como sociedad para permitir que ese brillo que vimos en la cancha se extienda a sus vidas fuera de ella: en la educación, en la salud, en el empleo, en la comunidad y en cada espacio donde merecen ser vistos, escuchados y respetados. Que esta Copa Mundial sea el comienzo de un compromiso duradero, guiado por la esperanza y la certeza de que un mundo más inclusivo no solo es necesario, sino posible. Special Olympics Puerto Rico continuará siendo un pilar fundamental en esta transformación social, impulsando iniciativas que fomenten la inclusión, el respeto y la participación activa de las personas con discapacidad intelectual en todos los ámbitos de la vida.
¡Juntos brillamos más!
Con gratitud y esperanza,
Arnaldo Pérez Presidente Special Olympics Puerto Rico