Esta semana, del 14 al 20 de julio, celebramos en Olimpiadas Especiales la Semana Global de la Inclusión, en honor al aniversario de nuestra fundación el 20 de julio de 1968. Más que una fecha más que recordar, esta semana es un llamado urgente a reflexionar, actuar y transformar: ¿Qué tipo de sociedad queremos construir, una que excluye o una que abraza? ¿Una que pone barreras o una que tiende puentes?
En América Latina se estima que hay más de 13 millones de personas con discapacidad intelectual, y la mayoría vive al margen de la vida social, económica, educativa y cultural de su comunidad. En pleno siglo XXI enfrentan prejuicios, discriminación y falta de acceso hasta a los derechos más básicos, como son salud, educación y trabajo.
Esta semana los invitamos a ser parte del cambio, y no por lástima o caridad, sino como un acto de justicia.
Las barreras que enfrentan las personas con discapacidad intelectual no son solo físicas: la actitud, la percepción y las acciones de nuestra sociedad influyen en el trato diario. Por ejemplo, en gran cantidad de países de América Latina los niños con discapacidad intelectual son excluidos de escuelas regulares. El acceso a una educación inclusiva de calidad, con los apoyos adecuados, es la excepción y no la regla.
En temas de salud, las cifras y los datos pintan un panorama preocupante: las personas con discapacidad intelectual tienen hasta el doble de probabilidades de morir jóvenes por condiciones prevenibles. ¿Por qué? Porque no son vistas ni escuchadas.
Quizás en empleabilidad es donde más se note la brecha: se estima que más del 80% de las personas con discapacidad no tiene empleo formal en la región. En el caso de la discapacidad intelectual, la cifra puede ser aún más elevada. Preguntamos: ¿Cuántas empresas tienen políticas activas para contratar talento neurodiverso o con discapacidad? ¿Cuántos gobiernos implementan programas de inclusión laboral que realmente funcionen?
Peor aún, las personas con discapacidad intelectual son, en muchos casos, privadas de derechos básicos como votar, manejar sus propias finanzas, y hasta asistir a ciertos eventos o experiencias.
Esto no solo es injusto, sino ineficiente.
Y, ¿cómo hacemos el cambio?
Recordemos que incluir es responsabilidad de todos, aunque el sector privado y el gobierno tienen un rol fundamental.
Por ejemplo, el sector privado puede diseñar programas de empleabilidad inclusiva y crear ambientes de trabajo accesibles y respetuosos. Las empresas que lo hacen han reportado grandes mejoras en clima laboral. También pueden usar su maquinaria de comunicación para cambiar las narrativas, y generar campañas y espacios donde las personas con discapacidad intelectual sean las protagonistas. Otra opción es aliarse con organizaciones expertas en el tema, que ya cuentan con metodologías para acompañar un proceso genuino de inclusión.
Desde hace más de cinco décadas, Olimpiadas Especiales ha demostrado a diario que el deporte es una herramienta poderosa para la transformación social. En las canchas, los atletas con discapacidad intelectual son los protagonistas activos de su desarrollo y potencial. Los programas de Deporte Unificado, donde personas con y sin discapacidad juegan juntas en equipos mixtos, han demostrado que es posible cambiar prejuicios y construir sociedades más empáticas desde la acción, y que no son solo palabras vacías.
El gobierno también tiene una responsabilidad importante, ya que sobre éste recae el diseño e implementación de políticas públicas que garanticen una verdadera inclusión en temas educativos, de salud, y de vida pública. Se debe invertir en infraestructura y formación profesional para personas con discapacidad intelectual, escuchándolos y tomando en cuenta sus opiniones y necesidades reales.
Pero cada uno de nosotros puede hacer lo suyo también, comenzando con romper los prejuicios que podamos tener. Hablemos sobre inclusión. Seamos empáticos y conversemos con personas con discapacidad intelectual en una manera digna y respetuosa.
Y esta semana, viste de rojo en apoyo a la inclusión. Tómese una foto y súbala a redes sociales con los hashtags #EligeIncluir e #InclusiónRoja. Así recordaremos a su entorno por qué es importante incluir.
Porque la verdadera inclusión no es tolerancia -es pertenencia. Y una sociedad no está completa hasta que todos seamos parte de ella.