Al hacer balance del año pasado - consultando con expertos en inclusión, funcionarios gubernamentales y personas con DID - destacaron tres acontecimientos significativos que requieren nuestra atención urgente:
En primer lugar, a pesar de ratificar los tratados internacionales que garantizan el derecho a la educación inclusiva, los gobiernos fracasan sistemáticamente a la hora de proporcionar financiación suficiente para las políticas inclusivas y las prácticas basadas en la evidencia. Éste sigue siendo el obstáculo más importante para la inclusión en un momento de creciente reconocimiento de que la inclusión impulsa el aprendizaje de los alumnos. Un cambio sistémico real requiere la expansión espectacular de prácticas inclusivas basadas en pruebas -como el programa de Escuelas Campeonas Unificadas de Special Olympics- que sirvan como disruptores positivos o catalizadores del cambio sistémico.
A continuación, la aparición de la inteligencia artificial (IA) ha creado tanto promesas como retos para la inclusión de los niños con DID en los sistemas educativos. Mientras que los educadores y los padres ven el potencial de la IA para fomentar experiencias de aprendizaje más accesibles y personalizadas, les preocupa el riesgo real de que esta revolución profundice las desigualdades existentes, dejando a estos niños aún más rezagados. Para evitar este resultado, deben tomarse medidas deliberadas para garantizar la inclusión y la colaboración significativa con la comunidad de DID. Aunque las naciones del G7 se comprometieron recientemente a garantizar una tecnología accesible y asequible y una innovación inclusiva para las personas con discapacidad, nos corresponde a todos pedirles cuentas para garantizar que estos compromisos den resultados tangibles.
Mientras evaluamos el estado de la inclusión en la educación, emitimos esta carta en solidaridad con millones de padres, hermanos y niños con IDD a los que se les ha negado durante demasiado tiempo el derecho y la dignidad de acceder a la escuela. Y con ellos, desafiamos a los creadores de políticas públicas, a los educadores y a los creadores de comunidades a que cumplan su promesa: que cada niño venga a la escuela y participe plenamente en la medida de sus posibilidades. Que todos los niños vengan a la escuela a aprender. Elijan incluir a todos los niños, sin excepciones.